jueves, 5 de marzo de 2009

La Comunicacion y los Actos Linguísticos.

en esta sesión que fue practicamente nuestra ultima sesión conversamos mucho acerca de la comunicación que es cuan importante es y como debemos implementarla en nuestro día a día.

la comunicación como todos o no muchos sabemos es es un campo de estudio dentro de las ciencias sociales que trata de explicar cómo se realizan los intercambios comunicativos y cómo estos intercambios afectan a la sociedad y comunicación. Es decir, investiga el conjunto de principios, conceptos y regularidades que sirven de base al estudio de la comunicación como proceso social. Está en estrecha relación con otras ciencias, de las cuales toma parte de sus contenidos o los integra entre sí. Son muchas las discusiones abiertas en el campo académico sobre lo que en realidad constituye la comunicación y de allí que existan numerosas definiciones al respecto, muchas de las cuales se circunscriben a determinados campos o intereses de la ciencia. Pero en su definición más estricta, comunicación consiste en la transmisión de información de un sujeto a otro. De hecho, muchos estudiosos de la comunicación toman esta conclusión como una definición de trabajo junto a la sentencia de Lasswell "quién dice qué a quién en qué medio y con qué efecto", como maneras de circunscribir la teoría de la comunicación.

Los actos lingüísticos básicos
La filosofía del lenguaje planteó que cuando hablamos no solo describimos una realidad existente, también actuamos. El lenguaje es acción. Cuando decimos a alguien “te felicito” no estamos describiendo una felicitación, estamos realmente haciéndola. Estamos ejecutando el acto de felicitar. Cuando describimos, estamos “haciendo” una descripción, y por lo tanto, estamos actuando.

Afirmaciones
Las afirmaciones corresponden al tipo de acto lingüístico que normalmente llamamos descripciones, se tratan de proposiciones acerca de nuestras observaciones. Los seres humanos observamos según las distinciones que poseamos. Sin la distinción mesa, no puedo observar una mesa. Una afirmación verdadera es aquella para la cual podemos proporcionar un testigo. Si decimos “hoy a las 17 horas, llovió”, llamaremos verdadera a esta afirmación si podemos demostrar que alguien, con quien tenemos distinciones comunes, habiendo estado en este lugar, vio lo mismo. Las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas y son falsas si hay alguien que puede refutarlas. Cada vez que ejecutamos un acto lingüístico, adquirimos un compromiso y debemos aceptar la responsabilidad social de lo que decimos.

Declaraciones
Cuando hacemos declaraciones no hablamos acera del mundo, generamos un nuevo mundo para nosotros. La palabra genera una realidad diferente, el mundo ya no es el mismo que antes de decirlas. Cuado un grupo de personas declara la independencia de un país está generando un estado de cosas distinto al anterior.
Encontramos las declaraciones en todas partes de nuestra vida: cuando el juez dice “inocente”; cuando el árbitro dice “fuera”; cuando decimos en casa “es hora de cenar”; cuando alguien es contratado o despedido, cuando un profesor dice “aprobado”; cuando la madre dice a su niño “ahora podes ver televisión” o “no salís este fin de semana”… se están haciendo declaraciones.En cada uno de estos casos, la palabra transforma el mundo de las personas que comparten la declaración. La realidad se transforma siguiendo la voluntad de quien habla. Las declaraciones no son verdaderas o falsas, como las afirmaciones, sino válidas o inválidas, según el poder de la persona que las hace.
La declaración del “NO”. El decir no, es una de las declaraciones más importantes que un individuo puede hacer. Decir no, cuando queremos decir no, nos genera confianza en nosotros mismos. La declaración de aceptación, “SI”. El sí pareciera no ser tan poderoso como el no, sin embargo hay un aspecto extremadamente importante con respecto al sí que vale la pena destacar, se refiere al compromiso que asumimos cando decimos “sí” o su equivalente “acepto”. El decir “sí” y no actuar coherentemente, afecta nuestra credibilidad para con los demás, o sea la confianza.

Las promesas: sobre peticiones y ofertas
Las promesas son, por excelencia, los actos lingüísticos que nos permiten coordinar acciones con otros. Cuando alguien hace una promesa, él o ella se compromete ante otro a ejecutar alguna acción en el futuro. Las promesas implican un compromiso manifiesto mutuo, es social. Nuestras comunidades, como condición fundamental para la coexistencia social, se preocupan por asegurar que las personas cumplan sus promesas y, por lo general, sancionan a quienes no lo hacen. Vemos que hay dos procesos diferentes: el proceso de hacer una promesa y el proceso de cumplirla. La promesa involucra los dos. El primer proceso es eminentemente lingüístico, el segundo puede no serlo.
Las acciones de apertura hacia la realización de una promesa son las peticiones y ofertas.
Una petición supone una aceptación anticipada de la promesa requerida. Si alguien dice ¿puedes darme una menta? y el oyente responde “sí, por supuesto, toma una”, no esperamos que la primera persona diga “no, gracias”. Es uno de los compromisos que contraemos cuando efectuamos una petición.
Cuando hacemos una promesa nos comprometemos en dos dominios: sinceridad y competencia. La desconfianza surge del juicio que hacemos de que, quien promete carece de sinceridad y/o de competencia y por ende, no podemos asegurar su cumplimiento.Cuando hago una promesa me comprometo a la sinceridad de la promesa involucrada y cuando me comprometo a cumplir una promesa, me estoy comprometiendo también a tener la competencia para cumplir con las condiciones de satisfacción estipuladas y en un tiempo determinado.

Los juicios
Los juicios, pertenecen a la clase de actos lingüísticos que denominamos declaraciones. Los juicios son como veredictos, tal como sucede con las declaraciones. Con ellos creamos una realidad nueva que sólo existe en el lenguaje. No describen algo existente ya antes de ser formulados. La realidad que generan reside totalmente en la interpretación que proveen. Cuando decimos, por ejemplo: “esta reunión es aburrida” ¿dónde habita lo aburrido? El juicio siempre vive en la persona que lo formula. Si una comunidad ha otorgado autoridad a alguien para emitir un juicio, éste puede ser considerado como un juicio válido para esa comunidad. Sin embargo, los juicios no nos atan, siempre hay lugar para la discrepancia.
Entonces, recapitulando, podemos decir que se requieren las siguientes condiciones para fundar un juicio: 1. La acción que proyectamos hacia el futuro cuando lo emitimos; 2. los estándares sostenidos en relación a la acción futura proyectada; 3. el dominio de observación dentro del cual se emite el juicio; 4. las afirmaciones que proporcionemos respecto de los estándares sostenidos y finalmente, 5. el hecho de que no encontramos fundamento suficiente para sustentar el juicio contrario.A los juicios que no satisfacen estas cinco condiciones los llamamos juicios infundados. Cuando emitimos un juicio nos comprometemos a tener la autoridad suficiente para declararlo y a proporcionar fundamentos para ese juicio.
Doble cara de los juicios
Cada vez que decimos algo, revelamos quienes somos. Esta característica es especialmente evidente en los juicios. Los juicios siempre hablan de quien los emite. Toda idea es dicha por alguien que al emitirla, revela quién es.Dijimos que los seres humanos viven confiriéndole sentido a la existencia. En el dominio de la ética, y definiendo la ética como el terreno en el cual tomamos posición sobre el sentido de la vida, o en el decir de Wittgenstein “Aquello que hace que la vida merezca vivirse, o de la manera correcta de vivir”. Los juicios proporcionan a los seres humanos no sólo ciertos parámetros básicos a través de los cuales transcurrirá la existencia (definiendo lo que es justo, bueno, verdadero, bello…); ellos brindarán también la dirección desde la cual los individuos se transforman a sí mismos y se introducen en el futuro.
El juicio de confianza
Mas allá de todos los juicios en los que descansa nuestra vida social y los compromisos que asumimos en diferentes actos lingüísticos, hay un juicio que es viga maestra de toda forma de convivencia humana: el juicio de confianza. Sin este juicio se socavan las relaciones de pareja, laborales, docentes, etc. Esta condición indispensable para la vida social resulta de un juicio que hacemos sobre los demás y sobre nosotros mismos. Veamos cómo este juicio opera en los diferentes actos lingüísticos.¿Nos dará confianza alguien que se caracteriza por hacer afirmaciones falsas?; ¿estamos dispuestos a realizar acciones fundadas en afirmaciones proporcionadas por alguien así?¿Nos dará confianza alguien que no se comporta de una forma consistente con lo que declara? O alguien que hace declaraciones en materias para la que no tiene autoridad… y ¿nos dará confianza alguien que se caracteriza por no fundar sus juicios? Y con las promesas ¿confiaremos en alguien que promete algo para lo cual no es competente? Y luego podemos hablar del dominio de la confiabilidad, y hablamos de ella en relación a si alguien cumple o no sus promesas.La confianza es un juicio que se ve comprometido en cada uno de los actos lingüísticos. Según como nos desempeñemos en ellos generaremos en los otros confianza y viceversa. Y detrás del juicio y del fenómeno de la confianza se encuentra algo más general que llamamos “respeto”. El respeto es un juicio de aceptación del otro como un ser diferente de mí, legítimo en su forma de ser y autónomo en su capacidad de actuar.El respeto mutuo, apunta Humberto Maturana, no es sólo precondición del propio lenguaje, sino de toda forma de convivencia social.

A modo de síntesis diremos que construimos Confianza en el ir siendo impecables en el respeto de nuestros compromisos, involucrados en nuestros actos de lenguaje: afirmaciones, declaraciones, juicios, promesas: pedidos y ofertas. Según nos desempeñemos en los actos de lenguaje nos tendrán confianza y según los otros se desempeñen, les tendremos confianza. En las conversaciones que mantengamos con otros, con nuestros actos, construimos confianza o desconfianza.